El desarrollo sostenible ha sido entendido por varios autores e instituciones como un proceso de interacción positiva, constante e integral que existe entre el sistema social, el ambiente en el que habita y el sistema económico en el que subsiste. El ideal de este enfoque del desarrollo es maximizar los beneficios obtenidos de cada uno de los 3 sistemas mencionados, sin que ninguno de estos entre en detrimento a costa de los otros, si no que, en su lugar, se generen equilibrios sanos y benéficos entre las estructuras que los componen. Para alcanzar este equilibrio, algunos autores exponentes de esta línea del desarrollo hacen un llamado a analizar los fenómenos de crecimiento económico y poblacional atribuidos a la actividad humana y sus consecuencias en el sistema ecológico, así como otros teóricos estudian nuevos elementos constitutivos del proceso de desarrollo sostenible que hacen que se repiense la manera en la que deberían generarse cada vez más interacciones acertadas dentro del proceso de la sostenibilidad.
A medida que el desarrollo de las naciones se centra en generar y acumular más recursos económicos, la preocupación de varios teóricos por explicar que un crecimiento desmedido del sistema de producción va atado a un deterioro del sistema ecológico, ha ido en aumento. Cada uno de los sistemas que hacen parte del proceso de desarrollo sostenible: economía, sociedad y ambiente; cuentan con flujos de entrada y salida de diferentes elementos (recursos, energía, desechos, productos) que componen un ciclo percibido como infinito, pero que científicamente tiene límites que no se pueden sobrepasar (Meadows, Randers, & Meadows, 2005). El ritmo de esta “Gran Aceleración” ha sido determinante para entender las dinámicas de acoplamiento que se han generado entre el sistema socioeconómico creado por el hombre y el sistema biofísico en el que desarrolla todas sus actividades y que, en definitiva, se ha visto bastante perjudicado (Steffen, Broadgate, Deutsch, Gaffney, & Ludwig, 2015). De acuerdo con estos autores, los flujos de elementos entre sistemas deberían estar acoplados, en una especie de ciclo completo que respete los límites físicos de la Tierra, reconociendo que el sistema social está contenido dentro de esos límites y aproximándose al comportamiento económico como un subsistema del social. De esta manera, es imposible que el subsistema más pequeño (económico) sobrepase el funcionamiento efectivo del sistema ecológico planetario (Rodríguez, 2017).
Al reconocer las consecuencias de un crecimiento económico acompañado de una producción industrial desmedida, otros autores se dieron a la tarea de analizar elementos esenciales en la triada de sistemas, que hicieran posible el desarrollo sostenible. Para Sachs (2016), un elemento indispensable dentro del proceso es la buena gobernanza de las instituciones como el Estado y las organizaciones privadas, quienes finalmente son las que gobiernan sobre la sociedad de manera directa e indirecta y deben servir como entidades garantes de las bases fundamentales para un desarrollo holístico, al tiempo que trabajan en conjunto por el alcance de la sostenibilidad. Además de la buena gobernanza, Sachs propone un enfoque ético y normativo del desarrollo como base de una buena sociedad orientada a combatir la pobreza, trabajar por la inclusión, por la cohesión social y por mantener una sostenibilidad ambiental. La ética debe permear todas las interacciones del gran sistema integral y complejo que se busca abarcar como foco del desarrollo sostenible. De otra manera, no habría garantías genuinas para cumplir los objetivos comunes de los ciudadanos actuales y las generaciones que están por venir.
Otro elemento fundamental rescatado por el Papa Francisco (2015) como parte del desarrollo sostenible, es la ecología cultural. A medida que los seres humanos han evolucionado y han creado relaciones con su entorno, se han creado recursos históricos, culturales y sociales que finalmente son el fundamento de la identidad de un grupo social. Entre más fuertes sean esos vínculos, se podrá generar una comprensión más profunda de las maneras más eficaces en las que se haya podido abordar la sostenibilidad en el territorio. La generación de diálogos entre la ciencia y el conocimiento popular es una herramienta que aporta al mantenimiento de los legados culturales. De acuerdo con lo expuesto anteriormente, el éxito del desarrollo sostenible está en asumir la ecología de manera integral, entendiéndola como el sistema complejo que encierra dentro de sus límites subsistemas enteramente dependientes de sus ciclos de regeneración, adaptación y resiliencia.
El desarrollo basado en el individuo es el núcleo de importantes postulados modernos del desarrollo sostenible. No obstante, existen tensiones entre este planteamiento y la dimensión económica, lo cual puede solventarse al activar y potenciar la capacidad de agencia de las personas.
El desarrollo de la cadena de valor beneficia a los clientes, proveedores y distribuidores, esto se debe saber conectar con las estrategias de Valor Compartido que se alinean con el negocio central y son capaces de generar “riqueza con bienestar”.
El desarrollo sostenible ha sido entendido por varios autores e instituciones como un proceso de interacción positiva, constante e integral que existe entre el sistema social, el ambiente en el que habita y el sistema económico en el que subsiste. El ideal de este enfoque del desarrollo es maximizar los beneficios obtenidos de cada uno de los 3 sistemas mencionados, sin que ninguno de estos entre en detrimento a costa de los otros, si no que, en su lugar, se generen equilibrios sanos y benéficos entre las estructuras que los componen. Para alcanzar este equilibrio, algunos autores exponentes de esta línea del desarrollo hacen un llamado a analizar los fenómenos de crecimiento económico y poblacional atribuidos a la actividad humana y sus consecuencias en el sistema ecológico, así como otros teóricos estudian nuevos elementos constitutivos del proceso de desarrollo sostenible que hacen que se repiense la manera en la que deberían generarse cada vez más interacciones acertadas dentro del proceso de la sostenibilidad.
A medida que el desarrollo de las naciones se centra en generar y acumular más recursos económicos, la preocupación de varios teóricos por explicar que un crecimiento desmedido del sistema de producción va atado a un deterioro del sistema ecológico, ha ido en aumento. Cada uno de los sistemas que hacen parte del proceso de desarrollo sostenible: economía, sociedad y ambiente; cuentan con flujos de entrada y salida de diferentes elementos (recursos, energía, desechos, productos) que componen un ciclo percibido como infinito, pero que científicamente tiene límites que no se pueden sobrepasar (Meadows, Randers, & Meadows, 2005). El ritmo de esta “Gran Aceleración” ha sido determinante para entender las dinámicas de acoplamiento que se han generado entre el sistema socioeconómico creado por el hombre y el sistema biofísico en el que desarrolla todas sus actividades y que, en definitiva, se ha visto bastante perjudicado (Steffen, Broadgate, Deutsch, Gaffney, & Ludwig, 2015). De acuerdo con estos autores, los flujos de elementos entre sistemas deberían estar acoplados, en una especie de ciclo completo que respete los límites físicos de la Tierra, reconociendo que el sistema social está contenido dentro de esos límites y aproximándose al comportamiento económico como un subsistema del social. De esta manera, es imposible que el subsistema más pequeño (económico) sobrepase el funcionamiento efectivo del sistema ecológico planetario (Rodríguez, 2017).
Al reconocer las consecuencias de un crecimiento económico acompañado de una producción industrial desmedida, otros autores se dieron a la tarea de analizar elementos esenciales en la triada de sistemas, que hicieran posible el desarrollo sostenible. Para Sachs (2016), un elemento indispensable dentro del proceso es la buena gobernanza de las instituciones como el Estado y las organizaciones privadas, quienes finalmente son las que gobiernan sobre la sociedad de manera directa e indirecta y deben servir como entidades garantes de las bases fundamentales para un desarrollo holístico, al tiempo que trabajan en conjunto por el alcance de la sostenibilidad. Además de la buena gobernanza, Sachs propone un enfoque ético y normativo del desarrollo como base de una buena sociedad orientada a combatir la pobreza, trabajar por la inclusión, por la cohesión social y por mantener una sostenibilidad ambiental. La ética debe permear todas las interacciones del gran sistema integral y complejo que se busca abarcar como foco del desarrollo sostenible. De otra manera, no habría garantías genuinas para cumplir los objetivos comunes de los ciudadanos actuales y las generaciones que están por venir.
Otro elemento fundamental rescatado por el Papa Francisco (2015) como parte del desarrollo sostenible, es la ecología cultural. A medida que los seres humanos han evolucionado y han creado relaciones con su entorno, se han creado recursos históricos, culturales y sociales que finalmente son el fundamento de la identidad de un grupo social. Entre más fuertes sean esos vínculos, se podrá generar una comprensión más profunda de las maneras más eficaces en las que se haya podido abordar la sostenibilidad en el territorio. La generación de diálogos entre la ciencia y el conocimiento popular es una herramienta que aporta al mantenimiento de los legados culturales. De acuerdo con lo expuesto anteriormente, el éxito del desarrollo sostenible está en asumir la ecología de manera integral, entendiéndola como el sistema complejo que encierra dentro de sus límites subsistemas enteramente dependientes de sus ciclos de regeneración, adaptación y resiliencia.
El desarrollo basado en el individuo es el núcleo de importantes postulados modernos del desarrollo sostenible. No obstante, existen tensiones entre este planteamiento y la dimensión económica, lo cual puede solventarse al activar y potenciar la capacidad de agencia de las personas.
El desarrollo de la cadena de valor beneficia a los clientes, proveedores y distribuidores, esto se debe saber conectar con las estrategias de Valor Compartido que se alinean con el negocio central y son capaces de generar “riqueza con bienestar”.