Cuando una empresa privada o una entidad de desarrollo brinda asistencia técnica a MIPYMES, seguramente busca que sus aportes perduren en el tiempo, aún cuando deba retirarse. Allí surge la necesidad de dotar su intervención con elementos que doten de sostenibilidad la acción. Aquí una invitación a chequear si su organización cuenta con cinco elementos críticos para la sostenibilidad de los programas de valor compartido y desarrollo económico:
¿Guiamos el programa para responder a necesidades reales del mercado? Sólo de esta manera se pueden establecer negocios concretos que aporten ingresos a las MIPYMES de manera independiente a los recursos de Responsabilidad Social Corporativa, cooperación internacional y gobierno, requeridos más para apoyar la puesta en marcha de los programas.
¿Involucramos a las familias y no solo a las personas y las empresas? La sostenibilidad de varios procesos de asistencia técnica se enriquece al integrar creativamente a miembros de las familias de quienes laboran en las MIPYMES. De esta forma se apoya el logro de compromisos de mejora sintonizándolos con las metas de los hogares, a la vez que se promueve el relevo generacional y la equidad de género.
¿Integramos soluciones financieras y tecnológicas? La mejora empresarial requiere de inversiones sucesivas, por ejemplo, para la adquisición de tecnología dura y blanda. Por ello los programas de asistencia técnica deben contener en su propuesta de valor opciones de financiamiento propias o de aliados que permitan cofinanciar dichas inversiones. Así mismo, la incorporación de TIC resulta un elemento crítico para incrementar el impacto y la perdurabilidad de la asistencia, mucho más en escenarios donde la presencialidad de la formación y la asesoría se restringen.
¿Hemos sistematizado las metodologías de asistencia técnica? Dado que es casi inevitable que algunas de las personas que llevan cabo el programa deban partir, la gestión del conocimiento que incluye un juicioso ejercicio de sistematización se hace imprescindible para contar con memoria institucional y poder siempre “construir sobre lo construido” en el mediano y largo plazo.
¿Trabajamos en equipo con entidades gubernamentales? Al compartir conocimiento con las entidades públicas sobre asistencia técnica a MIPYMES pueden tenderse puentes para que desde el gobierno se asuman paulatinamente o en equipo los procesos de apoyo. Gracias a la intervención estatal es posible lograr mayores escalas de cobertura con la institucionalización de largo plazo.
Si bien contar con los cinco elementos al cien por ciento es lo ideal, su logro puede requerir de periodos de tiempo que llegan, incluso, hasta el mediano plazo. Es importante conocer su existencia, elaborar planes de acción para abordarlos metódicamente y así hacer trascender los programas de apoyo, para que superen el ser pilotos o experiencias anecdóticas que únicamente dependen de la presencia de su patrocinador. Va entonces una invitación a incorporar y perfeccionar los elementos en los programas desde esta óptica, que se fundamenta en principios prácticos del desarrollo que en ocasiones pueden pasarse por alto.
El desarrollo de la cadena de valor beneficia a los clientes, proveedores y distribuidores, esto se debe saber conectar con las estrategias de Valor Compartido que se alinean con el negocio central y son capaces de generar “riqueza con bienestar”.
Definir el “desarrollo sostenible” es una tarea abordada desde hace décadas por diferentes autores e instituciones. Los elementos que lo componen, la evolución del concepto mismo y la búsqueda de la mejor compresión posible se hace necesario para poder ponerlo en práctica.
Cuando una empresa privada o una entidad de desarrollo brinda asistencia técnica a MIPYMES, seguramente busca que sus aportes perduren en el tiempo, aún cuando deba retirarse. Allí surge la necesidad de dotar su intervención con elementos que doten de sostenibilidad la acción. Aquí una invitación a chequear si su organización cuenta con cinco elementos críticos para la sostenibilidad de los programas de valor compartido y desarrollo económico:
¿Guiamos el programa para responder a necesidades reales del mercado? Sólo de esta manera se pueden establecer negocios concretos que aporten ingresos a las MIPYMES de manera independiente a los recursos de Responsabilidad Social Corporativa, cooperación internacional y gobierno, requeridos más para apoyar la puesta en marcha de los programas.
¿Involucramos a las familias y no solo a las personas y las empresas? La sostenibilidad de varios procesos de asistencia técnica se enriquece al integrar creativamente a miembros de las familias de quienes laboran en las MIPYMES. De esta forma se apoya el logro de compromisos de mejora sintonizándolos con las metas de los hogares, a la vez que se promueve el relevo generacional y la equidad de género.
¿Integramos soluciones financieras y tecnológicas? La mejora empresarial requiere de inversiones sucesivas, por ejemplo, para la adquisición de tecnología dura y blanda. Por ello los programas de asistencia técnica deben contener en su propuesta de valor opciones de financiamiento propias o de aliados que permitan cofinanciar dichas inversiones. Así mismo, la incorporación de TIC resulta un elemento crítico para incrementar el impacto y la perdurabilidad de la asistencia, mucho más en escenarios donde la presencialidad de la formación y la asesoría se restringen.
¿Hemos sistematizado las metodologías de asistencia técnica? Dado que es casi inevitable que algunas de las personas que llevan cabo el programa deban partir, la gestión del conocimiento que incluye un juicioso ejercicio de sistematización se hace imprescindible para contar con memoria institucional y poder siempre “construir sobre lo construido” en el mediano y largo plazo.
¿Trabajamos en equipo con entidades gubernamentales? Al compartir conocimiento con las entidades públicas sobre asistencia técnica a MIPYMES pueden tenderse puentes para que desde el gobierno se asuman paulatinamente o en equipo los procesos de apoyo. Gracias a la intervención estatal es posible lograr mayores escalas de cobertura con la institucionalización de largo plazo.
Si bien contar con los cinco elementos al cien por ciento es lo ideal, su logro puede requerir de periodos de tiempo que llegan, incluso, hasta el mediano plazo. Es importante conocer su existencia, elaborar planes de acción para abordarlos metódicamente y así hacer trascender los programas de apoyo, para que superen el ser pilotos o experiencias anecdóticas que únicamente dependen de la presencia de su patrocinador. Va entonces una invitación a incorporar y perfeccionar los elementos en los programas desde esta óptica, que se fundamenta en principios prácticos del desarrollo que en ocasiones pueden pasarse por alto.
El desarrollo de la cadena de valor beneficia a los clientes, proveedores y distribuidores, esto se debe saber conectar con las estrategias de Valor Compartido que se alinean con el negocio central y son capaces de generar “riqueza con bienestar”.
Definir el “desarrollo sostenible” es una tarea abordada desde hace décadas por diferentes autores e instituciones. Los elementos que lo componen, la evolución del concepto mismo y la búsqueda de la mejor compresión posible se hace necesario para poder ponerlo en práctica.